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2016

A Coruña, 31 de diciembre de 2016

Desde el tejado de diciembre
despido el año en el que firmé las paces conmigo.
Se van viajes que me han traído más cerca de lo que estaba.
Llego a este último piso
disparando historias que estallan en cristales,
que cuentan la única historia posible
la que da miedo escribir.
Ahora lo sé: la memoria son palabras.
Este año es un mar que desemboca en un río,
la copa de un árbol, el reloj roto, la luna azul.
Ahora tengo tiempo para no empezar nada,
para quedarme en blanco y explorar los cielos de mi casa
para besar fuerte los lunes y los martes
tiempo para recuperar al amigo que olvidé
y plantar juntos un árbol de recuerdos
para quedarme
y doblar la esquina de los días que estreno contigo.
Justo antes de abrir la puerta me giro.
Hace tanto tiempo que aún estamos todos.
Sonrío, antes de seguir.

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