
Nos sentamos en tu portal,
con la palma hacías rodar el zippo.
Dijiste que habías entendido
porque cuando alguien se marcha
la gente dice que duele aquí,
con la mano te tocaste el estómago.
Aquel dolor duró días.
El cuerpo se recuperaba rápido,
listo para otro golpe.
No sabíamos que ese dolor primero,
inocente y extraño,
había abierto camino.