Corofobia

The BIGGEST flash mob WEDDING DANCE surprise!!! With ALL the ...

En este país se baila poco y, sin embargo, en el extranjero se da por hecho que nos morimos por salir a la pista. Quizá este verano sin verbenas no sea el mejor para hablar de ello, pero siempre me ha intrigado esta reputación tan injusta.  La verdad es que me espanta bailar y eso que formo parte de esa generación de la EGB que casi se desnuca por apuntarse a clases de tango. Las cosas no han mejorado con los años y ahora apenas subo y bajo el gin-tonic con cierta gracia y, si suena mi canción favorita, entorno mucho los ojos, como si no pudiese contener el ritmo.

Odio tanto bailar que creo que es una de las razones por las que no me caso. La idea de abrir un baile o encabezar una conga hace que me entren ganas de esguinzarme los tobillos.  Además, veo con preocupación como el recatado vals va quedando atrás y las parejas de novios se lanzan a la pista con elaboradas coreografías. Hasta he aprendido que existe una palabra para describir lo que me ocurre: corofobia, un intenso miedo a bailar y una sensación incómoda cuando bailan la Macarena delante de uno.

Durante algún tiempo viví en Bruselas y creía que el frío me mantendría a salvo de todo eso. Sin embargo, fue allí donde descubrí nuestra falsa reputación de bailones. Ocurrió cuando una amiga belga me arrastró a una soirée latina, convencida de que el plan resultaría irresistible para ‘alguien del sur’, como diría ella. Así fue como acabé en un viejo pabellón con una temperatura perfecta para hacer cruasanes, y donde un tal Ricky Corazón hacía sonar merengues y bachatas mientras decenas de colombianos, cubanos o brasileños se movían de manera admirable.

Nada más entrar, mi amiga empezó a mirarme de manera extraña, esperando quizá que reaccionase como una aspirina efervescente al entrar en contacto con el agua.  Aterrorizado, busqué a mí alrededor un punto de fuga y descubrí un grupo que no bailaba o para ser exacto que simulaba hacerlo siguiendo mi paso favorito: vaso arriba, vaso abajo. Al escucharlos descubrí que se trataba de españoles y argentinos discutiendo de fútbol y política. Desde entonces, y aunque nada me importe menos que un balón y una portería, la víspera de toda fiesta con baile repaso a conciencia la prensa deportiva.

Corofobia

Deja un comentario